{Reseña} Manuel Chaves Nogales: Ifni, la última aventura colonial española (Almuzara)

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Si hay un escritor español que ha disfrutado de una resurrección editorial en el siglo XXI es, sin duda, Manuel Chaves Nogales. Aunque algunos de sus títulos (A sangre y fuego, El maestro Juan Martínez que estaba allí) tenían alguna edición, la mayoría de su obra permanecía totalmente olvidada y dispersa en hemerotecas y librerías de viejo. Casi se puede decir que ha habido cierto ímpetu en rescatar sus libros e incluso de publicar volúmenes ex novo a partir de las numerosas crónicas periodísticas que Chaves Nogales dejó en infinitud de publicaciones de España y América. Una de las editoriales que ha contribuido a recordar a Chaves Nogales es Almuzara, especialmente con la publicación de textos periodísticos sumamente interesantes, como este Ifni, la última aventura colonial española, conjunto de crónicas publicadas en 1934 en el diario Ahora.

Para situarse en este viaje, hay que recordar brevemente la historia de Ifni. En 1476 Diego García de Herrera había levantado una fortaleza en la costa africana fundando Santa Cruz de Mar Pequeña. Este enclave —cuya ubicación posteriormente se situaría de forma errónea en el área de Ifni—, fue abandonado en 1524. Tras las guerras africanas de 1859, el tratado de Paz y Amistad entre España y Marruecos (1860) reconoció expresamente (artículo 8) el derecho de España de ocupar junto a Santa Cruz de Mar Pequeña «el territorio suficiente para la formación de un establecimiento de pesquería» como el que históricamente se había poseído. Hasta 1934, pese a distintos intentos de tomar posesión de Ifni y los tratados con Francia que reconocían los derechos españoles, no se procedió a ocupar efectivamente el territorio del Ifni. El territorio de 1500 kilómetros cuadrados se dividió en los distritos Centro (con capital en Sidi Ifni), Norte (con capital en Tiugsa) y Sur (con capital en Telata de Isbuia) y formó parte del África Occidental Española, junto a Cabo Juby, Saguia el Hamra y Río de Oro.

El 4 de abril de 1934, tras recibir la autorización el gobierno español de la República, el coronel Fernando Capaz, que ya había tenido contactos previos con los representantes de la población autóctona, embarcó en el cañonero Canalejas rumbo a Ifni, donde desembarcó el 6 de abril acompañado solamente por el teniente Lorenzi y marinero del Canalejas, Fernando Gómez Flórez y se hizo efectiva la soberanía.

Ifni, 2 – Ha quedado terminar la ocupación de la totalidad del territorio de Ifni sin necesidad de disparar un solo tiro. Han sido situadas en los puntos fronterizos las posiciones estratégicas que considera indispensables el alto mando. También puede darse por totalmente realizado el desarme general. Son más de un millar los fusiles que han sido entregados voluntariamente por los indígenas del territorio.
Los nómadas del Desierto, que vienen a pastorear a las orillas del Nun, hacen igualmente entrega del armamento al entrar en nuestro territorio.
Me he podido dar perfecta cuenta de la paz que reina en el territorio porque he acompañado a las columnas de ocupación en todo su recorrido.
Se ha reanudado el desembarco del resto de las fuerzas, que había sido aplazado a causa del mal tiempo”.

En estas crónicas se cuentan los escasos y casi amistosos episodios militares junto con las peripecias que vivieron los periodistas, ya que el viaje en avión de Chaves Nogales y su fotógrafo hasta Sidi Ifni fue bastante accidentado. Chaves muestra su admiración por el coronel Capaz, dotado de una rara habilidad y conocimientos para tratar con los cabecillas de las cabilas. Continuamente se pregunta el autor para qué nos sirve el Ifni (y el resto de posesiones africanas) y propone que es mejor abandonar el territorio si no hay beneficios claros para España. Como ejemplo, cita que las colonias africanas le sirven a Francia casi exclusivamente para exportar y colocar funcionarios. En otros capítulos muestra su innegable maestría literaria, cuando, a modo de estampas literarias, nos habla del Sultán Azul, de los mendigos del desierto, de Chej Said (gran señor de Ifni), de las mujeres norteafricanas o de los nómadas del desierto.

Esta estupenda edición de Almuzara se complementa con el material fotográfico de la expedición y con la inclusión de varios mapas que sirven para la orientación del lector.

En este libro Chaves Nogales demuestra su tremenda capacidad para convertir unas simples crónicas periodísticas en alta literatura de viajes. Así que a pesar de no ser uno de sus títulos esenciales, Ifni, la última aventura colonial española es una recuperación muy recomendable dentro de la obra del escritor sevillano y del panorama del periodismo español del siglo XX.

Puntuación: 4 (de 5)
Editorial Almuzara (2013, 2ª edición)
Colección: Historia
152 págs.

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Entre abril y mayo de 1934, Manuel Chaves Nogales acompañará a una exigua fuerza expedicionaria española en la ocupación del territorio marroquí de Ifni, ordenada por el gobierno de la República. Situado en la costa suroeste, justo por encima del Sáhara occidental, Ifni era una posesión colonial hasta entonces no hecha efectiva y abandonada como «uno de esos objetos valiosos que se apolillan en los desvanes». Chaves Nogales ya había dicho en algún momento antes de esta singladura: «Marruecos es un hecho tan confuso que todo es posible.» Y efectivamente, mientras deja testimonio directo de lo que él mismo llama «la última aventura colonial española», en un magnífico y amplio reportaje para el diario Ahora, se hace evidente esa misma cualidad borrosa, de tópicos y contratópicos, de intereses opacos y gestos «deportivos» que parece inherente a la cuestión marroquí. (Sinopsis de la editorial)

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Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres, 1944) es hoy una de las referencias de la literatura y el periodismo español del siglo XX. En 1921, justo mientras dejaba preparada la publicación de este su primer libro, La ciudad, precisamente dedicado a escudriñar el alma difícil de su ciudad natal, marchó a Madrid, con escala en Córdoba, para hacer carrera en el cambiante mundo del periodismo. Como redactor jefe de El Heraldo y director de Ahora se convirtió en la referencia más avanzada del periodismo en la época de la República, llegando a ser contertulio del presidente Azaña. En esos años conquista la cima periodística con sus grandes reportajes denuncia sobre la Rusia bolchevique y los regímenes fascistas. Su obra literaria, entre el periodismo y la novela, dejó varios libros fascinantes de tema ruso: La vuelta a Europa en avión, La bolchevique enamorada, Lo que ha quedado del imperio de los zares y El maestro Juan Martínez que estaba allí. Y en 1935 conquista un enorme éxito editorial con su archiconocida serie periodística sobre Juan Belmonte en La Estampa y La Nación, que sería publicada en forma de libro y le daría fama internacional. Con la guerra tuvo que abandonar España y, tras un periodo en París, del que surge buena parte de su libro La agonía de Francia (1941), se instala en Londres donde seguirá desarrollando una labor periodística internacional de primera fila. En el clima de exilio y guerra, con la salud muy desmejorada, una desafortunada intervención quirúrgica le produjo la muerte mientras preparaba un libro con los testimonios de refugiados de la ocupación alemana.

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