{Reseña} Josep Pla: Viaje en autobús. La huida del tiempo. La calle Estrecha (Biblioteca Castro)

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Cuando Josep Pla publicó con 45 años El viaje en autobús, primer título de este volumen, ya tenía a sus espaldas una amplísima obra que le hubiera valido la posteridad. Pero tras las guerra, y en la década de los cuarenta, el escritor catalán dio a la imprenta alguno de sus mejores títulos —varios de ellos escritos en castellano, por las condiciones especiales de la inmediata posguerra—-. Era extraño que la imprescindible Biblioteca Castro no hubiera dedicado ningún volumen al autor gerundense, pero al fin, acaba de lanzar esta selección de obras que cubren los principales géneros que cultivó Pla (a excepción del artículo político, del que se podría haber incluido algún título). Esperemos que un segundo volumen pudiera ofrecer El cuaderno gris («El quadern gris»), escrito entre 1918 y 1919, pero publicado en 1966 tras largos años de reescritura y correcciones, y considerado como su obra cumbre.

La imagen de Pla es la de un hombre contradictorio y complejo. Escéptico y conservador, muy aferrado a su tierra y sus tradiciones (a pesar de sus continuos viajes y estancias en el extranjero), nunca quedó cegado por la vida de las grandes urbes y sus modernidades deshumanizadoras. Y en ese equilibrio entre su profunda cultura y conocimiento de la actualidad —-por su trabajo como reportero y cronista—- con su gusto por la vida sencilla y casi rústica que cultivó, radica parte de su originalidad y atractivo.

Lo que salta a la vista, aún hoy, es que Josep Pla fue un prosista excepcional; dotado de un estilo límpido y clásico, de sintaxis sencilla y adjetivación magnífica, su lectura constituye un verdadero placer y una lección continua de escritura, que es muy especialmente adecuada para el artículo, el diario y los libros de viajes, géneros cultivados por él con éxito. En este tipo de textos, y al igual que su genial contemporáneo Azorín, prima más lo impresionista, lo descriptivo y lo emotivo que la pura acción o la psicología de personajes. Y es que el artículo literario vivió en la España del la primera mitad del siglo XX un desarrollo formidable: Unamuno, Azorín, Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna, Julio Camba, Ernesto Giménez Caballero, César González Ruano, Wenceslao Fernández Flórez y muchos otros, convirtieron ese modesto género en la más alta literatura. Buena parte de las 30.000 páginas recogidas en la obra completa de Pla (¡46 volúmenes!) pertenece, en mayor o menor medida, al artículo periodístico.

Viaje en autobús (1942) es uno de los mejores libros españoles de la posguerra. Ejemplo de poder de observación y agilidad estilística, narra las peripecias del autor durante un viaje por pequeñas localidades de la costa catalana. Sus reflexiones personales junto a sus vivencias con un paisanaje de viajantes de comercio, tenderos, campesinos y taberneros hacen de Viaje en autobús un libro esencial. En este libro el narrador, más que ser protagonista en su viaje, se dedica a ser mero transmisor de lo ve y a escuchar las conversaciones sin intervenir directamente en ellas. Por cierto, es de notar que los más importantes libros de viaje de la literatura española del siglo XX no son viajes a lugares exóticos o lejanos, sino al propio corazón rural del país, que es donde se despierta la inspiración y el poder de evocación del escritor (La ruta de Don QuijoteViaje a la Alcarria son ejemplo de esto).

TODO esto de la Epifanía, querido señor —me dice el caballero de la Razón suficiente— está muy envuelto en magia y en leyenda. Está demasiado envuelto en magia y en leyenda.
—¿Qué duda cabe? Y siendo usted un poco reacio a leer lo que escriben los frailes y los curas…
—Desde luego…
—…no sabe usted hasta qué punto todo esto está envuelto en magia y en leyenda. Está literalmente saturado de magia y de leyenda. Aquí tiene usted a Fr. Ladislao Guim, O. F. M., el cual nos demostró, el año pasado, en un diario de Barcelona, que los Reyes Magos no eran reyes ni eran tres.
—¡Hombre! Yo no hubiera dicho tanto…
—Pues aquí están cantando, los papeles. «Corrientemente se dice y se afirma que… los Magos eran reyes —escribe el fraile citado—; ello, sin embargo, no consta, ni se prueba y los mejores exégetas piensan lo contrario; fueron sí, personajes distinguidos de Oriente, doctos, sabios y poderosos, dedicados al estudio de la sabiduría. Hojeando las páginas de la Historia y examinando los monumentos de la Antigüedad, en las pinturas de las Catacumbas, por ejemplo, no aparece indicio alguno de que los mencionados personajes estuvieran investidos de autoridad real; más bien las alusiones que encontramos responden contrariamente a esta opinión; es suficiente estudiar al evangelista San Mateo, etc., etc.» Y respecto del número de estos personajes, sepa usted que «del evangelista San Mateo nada podemos deducir ni conjeturar, y si sometemos a un minucioso estudio los escritos de los Santos Padres más antiguos, nada tampoco sacamos en limpio; el primero de ellos que enumera tres, es Orígenes; unos afirman que fueron dos, y otros opinan que fueron seis, ocho y aún más. Las razones que aducen los que opinan ser tres los Magos, en verdad, no convencen». El tres era número mágico y Estrabón enumera las razones que tuvieron algunos antiguos para considerar el número de esta manera, razones que no tienen ningún valor probativo histórico. Las cosas, pues, parecen bastante claras: los tres Reyes Magos no fueron reyes ni fueron tres…
—Me deja usted sorprendido…

(«La Epifanía», en LA HUÍDA DEL TIEMPO)

La huida del tiempo es una recopilación de artículos publicados en el semanario Destino en 1943 y encargados por Ignacio Agustí, su director. Es un «calendario sin fechas» o como hojas de un almanaque que se van arrancando con el paso de las estaciones. Libro hermoso para ir leyendo conforme se van sucediendo los acontecimientos más señalado del año: Navidad, Año Nuevo, Carnaval, Cuaresma, Semana Santa, Corpus, festividades, cosechas, vendimia, temporada de caza, llegada del otoño, Día de los Difuntos, etc. Aquí muestra Pla su nostalgia por vida de una sociedad tradicional pero sabia, que ya en esos momentos, comenzaba a desaparecer.

La calle Estrecha («El carrer Estret») se publicó en 1951 y obtuvo el premio Joanot Martorell de novela en catalán. Es una obra realista que cuenta las vivencias de un joven veterinario en un tranquilo pueblo imaginario de Cataluña (Torrelles) y su relación con una serie de personajes sencillos, con sus pequeños dramas e ilusiones, todo contado con ironía pero sin malicia. Esta edición se ofrece en la versión castellana de Néstor Luján, de la que hay que decir que no notamos en absoluto que es una traducción. Sorprende la sagacidad del censor, cuyo lacónico dictamen fue el siguiente: «Novela de interés literario en la que un veterinario llegado a un pueblo describe con acierto la vida de su gentes, ya acomodadas, ya de clase humilde, con sus pasiones y sus rarezas».

Si no han leído a Pla, esta selección de Biblioteca Castro —-como siempre en edición de una calidad formidable—- es una excelente oportunidad de acercarse a este autor fundamental de la literatura española del siglo XX. Eso sí, tienen que saber que su escritura se encuentra en las antípodas de la narrativa imperante en la actualidad. Absolutamente recomendable.

Puntuación: 5 (de 5)
Biblioteca Castro (2018)
Introducción: Sergi Doria
XLVIII + 672 págs.

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“Existen dos grupos de escritores —-señala Sergi Doria al comienzo de su prólogo—-: los que leemos —-solo leemos—- y los que, además de leerlos, nos acompañan”. En este segundo tipo se enmarcaría Josep Pla, el mayor prosista de la lengua catalana y uno de los grandes de la literatura española del siglo XX, tanto en sus artículos como en los textos nacidos al calor del ocio. Porque en todos ellos se siente la inteligencia de esa mirada que se detiene en el detalle, atrapa con precisión el correr del tiempo y dibuja con sinceridad irónica los tipos y paisajes de la geografía ampurdanesa. (Sinopsis de la editorial)

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Josep Pla (Palafrugell, 1897– Llufríu, 1981) es sin duda el mejor escritor contemporáneo en lengua catalana (aún hoy, a 37 años de su muerte, es el más leído) y uno de los grandes narradores en castellano, autor de una obra inmensa, publicada en 38 tomos (más de 30.000 páginas). Murió mayor y trabajó hasta el final, preparando y corrigiendo sus Obras Completas. Así quiso titularlas.

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