{Reseña} Manu Larcenet: La carretera (Norma Editorial)

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Cuando el escritor estadounidense Cormac McCarthy publicó The Road en 2006, obra con la que ganó el Premio Pulitzer el año siguiente, no podía sospechar el éxito de esta novela distópica, pronto convertida en auténtico superventas hasta el día de hoy (hecho ayudado, sin duda, por la excelente versión fílmica realizada por John Hillcoat en 2009). Como hemos señalado varias veces, la distopía, por su propia naturaleza, es un género que se presta especialmente a su adaptación gráfica —prácticamente no hay narración de mérito de ese tipo que no tenga una o varias versiones en novela gráfica o cómic—. También La carretera ha contado con una brillante adaptación del artista francés Manu Larcenet que ha sido publicada ahora por Norma Editorial en un fabuloso álbum.

Aunque es sobradamente conocido, recordemos someramente el argumento de esta breve y descarnada novela post-apocalíptica. La carretera describe el viaje hacia que realizan un niño y su padre después de que el mundo sufriera una catástrofe indeterminada. El hombre y el niño, que permanecen sin nombre en la novela, viajan por el sureste de Estados Unidos. Las condiciones a las que se enfrentan son extremas: frío y lluvia constante, cadáveres humanos insepultos, bosques arrasados por los incendios, pueblos destruidos y abandonados. Son de los pocos humanos supervivientes que todavía no han sufrido el asesinato, la violación y el canibalismo. Padre e hijo, siempre empujando un carro de la compra lleno de objetos variopintos que podrían serles útiles en su viaje, luchan por sobrevivir en el frío con poca comida, suministros o refugio. Además, deben escapar de los grupos que podrían robarles o asesinarlos. A pesar de los peligros que viven, el niño conserva todavía su inocencia y humanidad, procurando ayudar a las pocas personas que encuentran en el camino. Pero la salud del padre va empeorando a medida que avanzan y finalmente muere. El niño permanece a su lado varios días junto al cadáver sin saber qué hacer, pero finalmente es recogido por un hombre que lo invita a unirse a su grupo. El chico se despide de su padre y continua su camino con esa familia para iniciar una nueva vida.

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La carretera es una obra oscura, glacial, con largos silencios y escuetos diálogos. Sin embargo, ante toda esa gigantesca tragedia sobresale el indestructible amor paternofilial de los protagonistas, su espíritu de sacrificio y su lucha por seguir aferrados al Bien y no caer en el lado oscuro. La obra concentra buena parte de las inquietudes de un autor interesado por los sueños y su interpretación y preocupado por la fragilidad de la humanidad y su posible destrucción.

A pesar de que Manu Larcenet es uno de los dibujantes más importantes de la actualidad, no tenía hasta ahora ningún libro de este autor. Con La carretera, sin duda uno de sus mejores trabajos, me confirma al historietista francés como un gran adaptador —el álbum es bastante fiel a la novela— y un viñetista sensacional. Aunque McCarthy llevaba una vida absolutamente reservada y apartada, el dibujante francés pudo contactar con el novelista americano para conocer su opinión de su trabajo; lamentablemente, éste falleció al poco tiempo y sólo pudo ver las primeras páginas del álbum.

Sin duda, debió suponer todo un desafío plasmar en dibujos una novela llena de silencios y de paisajes arrasados y sin vida. Lo ha explicado así Larcenet: «Hacer un álbum sin acción y con muy pocos diálogos es todo un reto. Es un libro lleno de silencios, y el dibujo debe de ser lo suficientemente interesante como para que el lector siga leyendo sin que necesariamente haya palabras que lo acompañen. Que los lectores lean mi dibujo como un texto es mi manera de ilustrar los silencios de la novela. No hay narrador, el dibujo narra. No hay diálogos, el dibujo habla. El grafismo y la estética deben retener al lector».

En cuanto a las técnicas empleadas, el artista ejecuta un dibujo clásico, alejado de la caricatura. Como los dibujos en blanco y negro que pensaba utilizar al comienzo del proyecto resultaban muy agresivos, Larcenet decidió suavizar el trazo (sin desvirtuarlo) mediante el uso de grises cromáticos (unos catorce ) que dan variedad al conjunto de la obra («algunas de las mejores páginas del álbum se las debo a esos grises cromáticos»). El resultado final es un álbum formidable, una auténtica obra maestra de la novela gráfica actual.

Si tienen la sana costumbre de regalar libros valiosos —o regalarse, que es lo mismo—, con La carretera de Manu Larcenet tendrán el éxito asegurado.

Puntuación: 5 (de 5)
Norma Editorial (2024)
Ilustraciones: Manu Larcenet | Traducción: Eva Reyes de Uña
Colección: Novela gráfica
148 págs.

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Largos años después de un apocalipsis global, el mundo sigue en ruinas. El aire es gélido, llueve ceniza y la tierra está contaminada. En medio de la devastación, un niño y su padre recorren una autopista interminable cruzándose con los últimos restos de la civilización humana: locos, caníbales, desesperados.

En esta magistral adaptación del clásico literario de Cormac McCarthy, Manu Larcenet convierte el camino en una pesadilla, un símbolo del horror, una angustiosa odisea que podría acabar en cualquier parte, o en ninguna. (Sinopsis de la editorial)

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Manu Larcenet. Nacido el 6 de mayo de 1969 en Issy-les-Moulineaux (Francia), tras estudiar Artes Aplicadas debuta profesionalmente en 1994 en las páginas de la revista Fluide Glacial, donde crea diversas historietas. Dos años más tarde la editorial Audie le publica su primer álbum, que recopila el material aparecido en la revista. Más adelante pasa a colaborar para el semanario Spirou, creando historias que serán recogidas en tres álbumes. En 1997 funda, con Nicolas Lebedel, su propia editorial: Les Rêveurs de Runes, en la que se autoedita sus proyectos más personales y experimentales. En el 2000 colabora con Lewis Trondheim en su célebre saga La Mazmorra, ilustrando diversos álbumes. El mismo año entra en la editorial Dargaud, para cuya colección Poisson Pilote produce Los mundos intermedios (2000), Les cosmonautes du futur (2001, guión de Trondheim), Le retour a la Terre (2002, guión de Jean-Yves Ferri) y La légende de Robin des Bois (2003). La publicación de Los combates cotidianos (2003) le vale el Premio al Mejor Álbum del Salón de Angoulême de 2004.

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