{Reseña} Auladell/Hernández Cava: Lubianka (Norma Editorial)

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La Plaza Lubianka (llamada Dzerzhinsky entre 1926 y 1990) es una céntrica plaza de Moscú donde se encontraba el cuartel general y la prisión del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la Unión Soviética (NKVD), departamento ministerial que desde marzo de 1954 hasta diciembre de 1991 cambió el nombre por el de Comité para la Seguridad del Estado (KGB). La institución se localizaba en un imponente edificio diseñado por Aleksandr Ivanov en 1897 (ampliado por Alekséi Schúsev entre 1940 y 1947) tras cuyas bonitas fachadas de estilo neoclásico se escondían algunos de los más infames secretos del régimen soviético. Pues bien, en este lugar siniestro de detención y tortura, conocido popularmente como la Lubianka, se desarrolla esta impactante novela gráfica de Pablo Auladell y Felipe Hernández Cava que ha publicado la casa barcelonesa especializada en cómics y libros ilustrados Norma Editorial.

El dibujante alicantino Pablo Auladell y el guionista madrileño Felipe Hernández Cava ya habían trabajado juntos anteriormente en Soy mi sueño (Ediciones de Ponent, 2008), de tema también histórico (se trata de la historia de un aviador de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial). El proyecto de Lubianka nació hace varios años y se materializó lentamente entre 2020 y 2021 debido al riguroso proceso de documentación que requería la historia («es necesario para meterte en la época y crear esas atmósferas», explicó Auladell en la presentación). Por cierto, siempre me he preguntado cómo es el desarrollo de una novela gráfica como esta, con dos autores diferentes, el guionista y el dibujante; es decir, si el dibujante trabaja a partir de un guion previo (sería lo más lógico, pienso), o bien si se va avanzando simultáneamente. En todo caso, Lubianka es una obra a dos que se antoja de concepción y ejecución perfecta.

El interesante prólogo de la eslavista y escritora Marta Rebón titulado Topografía del terror nos pone en antecedentes sobre el panorama histórico y político de Lubianka, un periodo que vivió bajo el régimen de terror de Stalin, de arrestos y ejecuciones arbitrarias, masivas e indiscriminadas, de delaciones y confiscaciones de bienes, de deportaciones a campos de reeducación… Naturalmente, de esto no se libró ningún estamento o sector, tampoco los escritores. Aunque los protagonistas de Lubianka son personajes de ficción, el argumento responde a una realidad histórica, que no es otra que el gran número de intelectuales que «disfrutaron» de las instalaciones de Lubianka (el Premio Nobel Aleksandr Solzhenitsyn es el más conocido)

La acción se desarrolla en 1934, en Moscú. Evgueni Petrovich Gógoliev, poeta de origen judío, es detenido y torturado, obligado a redactar su propia confesión de culpabilidad por traidor al régimen comunista y contrarrevolucionario, tras lo cual es fusilado inmediatamente. No sólo se lo doblega físicamente, sino que se anula su alma, se le «ablanda» hasta la humillación. El suboficial Volodia Gubin, poeta mediocre que ya conoció a Evgueni años atrás en su bonita casa burguesa, es el responsable de los interrogatorios y de conseguir la confesión. A lo largo de toda la obra y a modo de leitmoiv, aparece una viñeta que representa al ideólogo cultural soviético Andrei Zhdanov pronunciando diferentes fragmentos de su discurso en el Primer Congreso de Escritores Soviéticos lo da idea del ambiente en el vivían los escritores rusos en esos años. (Por curiosidad he leído este discurso íntegro y es absolutamente espeluznante por lo que supone de sumisión total de los escritores a las consignas y necesidades del Partido).

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En cuanto al guion de Hernández Cava hay que decir que es magnífico, tanto que casi se podría haber publicado como un relato literario convencional tal como está sin ninguna merma de su interés. Destacan su buena escritura, y, sobre todo, la complejidad y contradicciones de Volodia Gubin, que por una parte se muestra leal y cruel servidor del régimen soviético, y por otra es capaz de salvar de la muerte segura a la esposa embarazada de Evgueni (a la que ama) y alojarla en su propia casa, eso sí, manteniéndola en el engaño de que su marido se encuentra prisionero en la Kolimá (Siberia) y no muerto como sabemos. (Los autores terminan la novela con esta confesión: «¡Ay, Volodia Gubin, ni siquiera Pablo y yo, que somos quienes te hemos creado, acabamos de comprenderte!»). Todo esto hace de esta historia un recordatorio de que cualquier persona normal puede convertirse en un criminal político si de deja vencer por el miedo y la presión ambiental.

Poco se puede añadir de la exitosa trayectoria de Pablo Auladell como dibujante e ilustrador, que ya hemos tratado, en parte, en este blog. Dejo que sea el propio artista quien defina concisamente las particularidades de esta nueva colaboración con Hernández Cava: «La diferencia con la anterior [Soy mi sueño], además de las páginas, es que ésta me exige más violencia y contundencia en el trazo, más agresividad, pero igualmente moviéndome en terrenos poéticos y literarios. Aunque la intención es la misma, aquí me meto en zonas más dramáticas que hacen que el dibujo sea más contundente». Ciertamente, el que conoce la obra del artista alicantino advierte que los dibujos de esta novela gráfica son más broncos, más pesados, más plomizos, nada que ver con las ilustraciones mayormente hieráticas y coloristas de otros títulos. Sin duda, es el estilo que demanda esta terrible historia.

Novela gráfica turbadora y comprometida como pocas, Lubianka es una nueva obra maestra del dúo Pablo Auladell y Felipe Hernández Cava. Esperemos que no sea la última.

Puntuación: 5 (de 5)
Norma Editorial (2023)
Ilustraciones: Pablo Auladell | Texto: Felipe Hernández Cava
Colección: Novela gráfica
148 págs.

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Moscú, 1934. El bullicio de manifestantes en favor del régimen soviético llena las calles. En cambio, en los pasillos de la Lubianka, cuartel general de la temible NKVD, reina un silencio roto a golpes por los guardias y a gritos por los detenidos. Allí dentro, el suboficial Volodia Gubin practica un juego cruel: el de la destrucción física y mental de un gran poeta.

El guionista Felipe Hernández Cava y el dibujante Pablo Auladell, Premios Nacionales de Cómic, se abisman en las profundidades de uno de los períodos más siniestros de la historia del siglo XX. (Sinopsis de la editorial)

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Pablo Auladell nace en Alicante, en 1972. Se licencia en Filología Inglesa en la Universidad de Alicante. Sus primeros trabajos los hace colaborando con el colectivo La Taberna del Ñú Azul, integrado por los dibujantes Miguel Ángel Díez y Miguel Ángel Bejerano. Comienza su carrera profesional a partir del año 2000, cuando gana el Premio de Cómic del Injuve (Instituto de la Juventud). En 2002 es nominado al premio Autor Revelación en el Salón del Cómic de Barcelona con su primer álbum gráfico, El camino del titiritero, galardón que finalmente obtendrá en 2006 con su obra La Torre Blanca. En sus trabajos ha revisitado los clásicos y ha ilustrado textos contemporáneos, al tiempo que desarrollaba su propio territorio narrativo. Docente del Master Ars in Fabula y de la AIF Summer School en Macerata (Italia), su obra se ha expuesto en galerías y ferias de Madrid, Barcelona, Roma, Bolonia y Ginebra. Posee el Premio del Ministerio de Cultura a las Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles (2005) y el Premio Nacional de Cómic (2016). Lubianka, junto con Felipe Hernández Cava, es su última obra.

Felipe Hernández Cava nació en Madrid en 1953. Es uno de los pioneros del cómic adulto en España, ya desde su trabajo en los setenta con el colectivo El Cubri. La II República y la posguerra española han sido dos de sus temas recurrentes: ya Las memorias de Amorós (1993) obra policial de corte folletinesco en cuatro álbumes estaba ambientada en el Madrid previo a la Guerra Civil con dibujo de Federico del Barrio. Junto a este último, realizó luego uno de sus trabajos más celebrados, El artefacto perverso (1994-1996, Premios a Mejor guion y Mejor obra española en el Salón del Cómic de Barcelona de 1997), un cómic que recuperaba la memoria de los represaliados y de la profesión de historietista durante la posguerra española. En Norma Editorial ha publicado Hágase el caos y Las oscuras manos del olvido, donde se aborda el drama de las víctimas de ETA, ambas junto a Seguí, así como Las serpientes ciegas, que obtuvo el premio Nacional de Cómic, que fue seleccionado por los libreros franceses como uno de los 15 mejores cómics de 2008, y posteriormente galardonado como Mejor álbum y al Mejor Guión del Saló del Cómic de Barcelona, Premio de la Crítica al Mejor Álbum y al Mejor Guion, y finalmente con el Premio Nacional de Cómic 2009. Estampas 1936, con dibujos de Miguel Navia, es su último título hasta la fecha.

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