{Reseña} Andrés Armas: Sumario (Drácena)

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Vivimos en un auténtico frenesí aforístico en España. Es tal la avalancha de nuevos títulos que el lector precavido puede optar por dejar de lado este género ante la dificultad de separar el grano de la paja. Sin duda, eso nos evita más de una decepción, pero también nos puede privar de disfrutar de algún hallazgo realmente interesante, como es el caso de Sumario, libro de aforismos de Andrés Armas recientemente publicado por Editorial Drácena, que a continuación comentamos muy brevemente.

Nada sabíamos de su autor, Andrés Armas, por la sencilla razón de que Sumario es, me parece, su estreno literario. Según la nota facilitada por la editorial, Armas posee formación como físico pero toda su trayectoria profesional la ha realizado en el sector de la consultoría, lo que le ha permitido volcar toda su experiencia en el trato con las personas y en las relaciones laborales en esta amplia y magnífica colección de aforismos y reflexiones. No se piense que Sumario es el simple pasatiempo o desahogo de un jubilado ocioso; al contrario, se nota que Andrés Armas ha trabajado y pulido a conciencia estos pensamientos aforísticos, seguramente durante mucho tiempo.

El libro está estructurado en ocho apartados temáticos de variable extensión: Conocimiento, Entorno, Tiempo, Retrato, Bitácora, Microficción, Pablablas y Coda, con un total de 646 aforismos. Los textos de Microficción y Pablablas se apartan algo de los temas principales de Sumario, centrándose en pequeñas historias de ficción («Se sentía satisfecho con el texto. No era su mejor trabajo, aunque confiaba en que la diligencia mostrada agradase al autor, su cliente») y en definiciones de palabras inexistentes («Morimundo: planeta en peligro de extinción»), respectivamente.

El grueso de las piezas, las de más enjundia, tienen como objeto de reflexión los temas eternos de la personalidad humana y de las relaciones en sociedad: la certeza, la verdad, el destino, el azar, la vejez, la memoria, la paciencia, el desempeño profesional, el poder político, las relaciones interpersonales, la amistad, el paso del tiempo, etc. Esta colección de aforismos, que van desde la simple frase hasta el párrafo largo, constituyen una especie de autobiografía intelectual y vital de su autor («Aunque no lo cuente de manera explícita, una parte de cuanto sé de mí, como diría el poeta, está en las páginas siguientes»), que debe juzgarse, no por la brillantez individual de cada pieza (que las tienen), sino en su conjunto. Como señaló el escritor Jordi Doce, «el efecto del aforismo —su sentido— es cumulativo, como las gotas calcáreas que terminan formando la estalactita».

Un aspecto destacado de la prosa de Andrés Armas, señalado también por Abel Murcia en el Epílogo, es el empleo de determinados vocablos inusuales (fielato, volatines, atrición, etc.) que hacen a su escritura muy personal y reconocible. (Igual ocurre con numerosos escritores; recuerdo a Borges, especialmente). En suma, mucho grano y poca paja, por continuar con el símil del inicio, encontramos en Sumario, un título muy recomendable.

Selecciono unos cuantos aforismos cortos como muestra:

Miembros de colectivos transgresores y heterodoxos reclaman normas y cánones. No acabo de comprender esta paradoja.

Si la corrección política no nos permite calificar a los enajenados de tales es que los idiotas van ganando.

Difícil superar en poder devastador a un bobo laborioso y con mando.

Puede haber grandeza en la derrota, pero nunca en la renuncia sin combate.

La historia es un relato de adaptación de los humanos a sus propias creaciones.

Nunca el tiempo ha hecho mejores a los necios.

La mayor parte de lo que ocurre trae causa de lo que ocurrió. Y así será eternamente.

Mejor las opiniones honradas de un adversario leal que el asentimiento adulador y sectario de los propios.

Reivindico el silencio que representa cautela, respeto y observación. Deploro el silencio como coartada taimada, el silencio felón del que calla para no comprometerse, y opta después por el sí o el no de acuerdo con su mejor conveniencia.

Vivir en comunidad es tan necesario como cruel.

En nuestro particular árbol de decisiones, tardamos años en descubrir que eliminamos del futuro un cierto número de universos alternativos. Pero nada garantiza que hubieran sido mejores.

Los conflictos desenmascaran a impostores y farsantes, y descubren héroes inesperados.

Editorial Drácena (2023)
Colección: Singulares, 8
Prólogo: Diego Hidalgo | Epílogo: Abel Murcia
116 págs.

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El aforismo es un género muy remoto, pero continuamente ejercitado en la historia de Occidente. Basta con que recordemos a Heráclito o a Marco Aurelio, o a los recientes Chesterton, Pessoa y Gómez de la Serna, sin olvidar a Gracián o a Lichtenberg, para hallarnos ante una muy lejana y, a la vez, consecutiva saga de espléndidos cultivadores. Por no volver la vista hacia la tradición oriental, donde encontramos al inestimable Lao Tse y a cuantos le siguieron.

Pues bien, Sumario se reconoce en esta vieja e ininterrumpida senda, pero paradójicamente también es fruto de la influencia de limitar la expresión a un número concreto de caracteres como exigen los mensajes en Twitter.

Por tanto, Sumario es una compilación de aforismos sobre temas recurrentes en el imaginario humano que, si bien se origina en la circunstancia presente, aspira, como impone el antiguo género, a la intemporalidad y al consuetudinario anonimato. (Sinopsis de la editorial)

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Andrés Armas se licenció en Ciencias Físicas en el siglo pasado, pero pronto cambió la bata por la corbata y ha desarrollado una larga carrera profesional como consultor y directivo en distintos sectores, no estropeando demasiadas cosas. Algunas de las vicisitudes vividas en ese periplo alimenticio, y cierta actitud de voyeur, le han servido para atesorar una buena cantidad de observaciones sobre la condición humana.

Aunque siempre ha tenido gran aprecio por todas las manifestaciones artísticas, la plena con-ciencia de que su escaso tiempo no le habría permitido producir una obra solvente con la que pagar la hipoteca y los recibos familiares, le con-venció de procrastinar esta aventura tan incierta. Ahora, con abundancia de horas ociosas y sin nada que perder,

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