{Reseña} Hammett & Hillmann: Matamoscas (Libros del Zorro Rojo)

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En 1915 Dashiell Hammett entró a trabajar en la Pinkerton’s National Detective Agency de Baltimore como detective privado, experiencia que le proporcionaría materiales y argumentos para su futura, exitosa y relativamente corta carrera literaria. En octubre de 1923 se publicó la primera historia de Hammett en que aparece el Agente de la Continental, ya entonces personalizado en un narrador anónimo, figura que siempre había de conservar. Este personaje protagonizó más de una treintena de relatos, casi todos publicados popular revista Black Mask.

Dashiell Hammett fue el fundador de la corriente hard boiled y su más egregio representante, destacando sobre todo por su realismo, por la franqueza con que dibuja a sus personajes y escribe su diálogo, así como por el impacto con que se desarrolla el argumento, que supone la descripción gráfica de los más variados actos brutales, y por las actitudes sociales hipócritas y cínicas. Combinando sus propias experiencias con la influencia realista de escritores como Ernest Hemingway y John Dos Passos, Hammett creó un tipo genuinamente americano de ficción policial, separada y distinta de la historia de detectives inglesa. El ritmo narrativo agiliza los relatos y enfatiza los hechos: la acción habla por sí misma. Si a ello se suma la utilización de un lenguaje que busca una apariencia de cotidianidad, de lenguaje de la calle, se comprende la sensación de «realidad» que los lectores sienten al enfrentarse a su lectura. El investigador de la Agencia Continental de Investigaciones de San Francisco —arquetipo de todos los detectives modernos— se caracteriza por su cinismo y amoralidad o, por lo menos, por su moral individual y personal. No duda en mentir y manipular a las personas y forzar las situaciones para precipitar los acontecimientos. Y por supuesto, utiliza métodos tan cuestionables y brutales como los de los criminales a los que persigue.

Una hija rebelde se había fugado. Los Hambleton habían sido durante varias generaciones una familia neoyorquina rica y notablemente respetable. No había nada en su historia que permitiera entender los de Sue, el miembro más joven.

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Después de registrar la ciudad de arriba a abajo, la agencia neoyorquina envió un informe detallado del caso a las otras sucursales de la Continental distribuidas por todo el país, informando de lo que antecede e incluyendo fotos y descripciones de Sue y de su nuevo amiguito. Esto fue a finales de 1927.

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—¿Y dice que lo mataron?¿Cómo?
—El arsénico del papel matamoscas.
—¿El arsénico? Qué cosa más rara.
—Eso mismo, muy chocante. ¿Dónde irías a comprarlo si lo necesitaras?
—¿Comprarlo? No lo sé. No lo he visto desde que era niño. En fin, nadie usa papel matamoscas en San Francisco. No hay suficientes moscas.

Matamoscas, Fly Paper (traducido también como Papel cazamoscas) apareció en la revista Black Mask en agosto de 1929, siendo el antepenúltimo relato protagonizado por este detective sin nombre. (En esta edición no se incluye el relato completo, sino un amplio extracto que permite seguir el argumento.) Matamoscas reúne todas las características del mejor Hammett cuentista: concisión, acción, dureza y misterio. El argumento muy resumido es el siguiente: Sue Hambleton es una chica joven de familia pudiente que tras un altercado en un bar de Nueva York  se escapa con su novio —un maleante de poca monta— al soleado San Francisco. El padre de la joven contrata a la agencia de detectives Continental para que no pierdan de vista a su hija. Pero lo que parece un simple trabajo rutinario de vigilancia adquiere un nuevo giro con la aparición de otros personajes que intentan estafar al adinerado padre de la chica. Sue aparece muerta en su apartamento y se desata la cacería del novio, el principal sospechoso de su muerte. Pero el final siempre encierra sorpresas…

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Así como todo el mundo conoce la obra de Dashiell Hammett, pocos conocíamos el excelente trabajo del artista plástico alemán Hans Hillmann, que consigue captar en esta colección de más de doscientas ilustraciones todo el aroma del género negro clásico que incluye la fascinante estética del cine negro americano de esos años. Sus acuarelas de tonos oscuros son realmente extraordinarias y hacen que, visualmente hablando, Matamoscas sea una auténtica maravilla que cualquier amante del libro como objeto de arte no puede dejar pasar de largo. Totalmente recomendable.

Puntuación: 5 (de 5)
Libros del Zorro Rojo (2018)
Ilustraciones de Hans Hillmann
Traducción de Pep Verger
256 págs.

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Sue Hambleton, una muchacha rebelde de familia acomodada, se había fugado. Harta de la ostentación de la Quinta Avenida de Nueva York, redirigió su vida hacia los callejones oscuros de una San Francisco vista desde abajo, repleta de gánsters, prostitutas e impostores. Tras su repentina desaparición, y contratado por el padre de la muchacha, el agente de la Continental —detective privado duro e implacable, arquetipo del subgénero hard boiled, creado por el propio Hammett— deberá resolver el caso.
Durante siete años, Hans Hillman, considerado el Saul Bass del cartelismo cinematográfico europeo, elaboró para Matamoscas más de doscientas cincuenta acuarelas en una extensa gama de grises. Con sus sorprendentes planos de cámara —zoom, corte, plano general, corte, primer plano—, colocó literalmente a Hollywood a la sombra del deslumbrante sol de una áspera California, abarrotada de criminales de poca monta: «Escogí Fly Paper —confesó Hillmann— a finales de 1975 de entre una lista de títulos en los que me interesaba trabajar, porque quería desarrollar un proyecto de libro que secuenciara la historia a la manera del cine. Lo que más me gusta de Matamoscas es que todo luce un poco desgastado, miserable, casi como la vida real de aquella época. No hay gente demasiado pobre o rica, no hay detectives “superhombres”, ni nada excepcional del lado de los criminales.»
Una magistral adaptación del relato de Hammett que supone, al mismo tiempo, una obra precursora de la novela gráfica —a la par que Contrato con Dios de Will Eisner— y un colosal homenaje a la ficción detectivesca. (Sinopsis de la editorial)

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Dashiell Hammett (Maryland, 1894 – Nueva York, 1961). Hijo de una familia de granjeros, a la temprana edad de trece años abandonó la escuela y ocupó diversos empleos hasta incorporarse en la Agencia de Detectives Pinkerton. Tras alistarse como voluntario en la Primera Guerra Mundial, su salud se vio afectada por la tuberculosis, suceso que lastró su carrera como investigador privado; empero, aquella experiencia inspiró todo su posterior derrotero literario. El camino a casa, su primer relato escrito en 1922, apareció en la revista Black Mask, icono del pulp, donde publicó con asiduidad, compartiendo galeras con novelistas de la talla de Ray Bradbury o H. P. Lovecraft. Autor de Cosecha roja (1929) y El halcón maltés (1930) —trasladada al séptimo arte con Humphrey Bogart como cabeza de cartel—, alcanzó la cima de su prestigio en los años de la Gran Depresión. Padre del subgénero hard boiled —expresión más violenta de la novela negra— creó el arquetipo de detective solitario e inquebrantable, siendo Sam Spade y el agente de la Continental sus más célebres creaciones. La caza de brujas emprendida por el senador McCarthy acabó con su incipiente trayectoria en Hollywood. Desde 1934 Hammett había arrinconado su actividad literaria para dedicarse plenamente a la militancia política, compromiso que le valió seis meses en prisión al negarse a delatar a sus compañeros del Partido Comunista. «Me parecería poco viable si la mayoría no lo quisiese», fue su escueta pero lúcida respuesta a la pregunta del Comité de Actividades Antiamericanas sobre si apoyaría la implantación de un sistema comunista en los Estados Unidos. Halló su más eximio sucesor en Raymond Chandler, quien dijo: «Era sobrio, frugal, duro, pero repitió una y otra vez lo que solo los mejores escritores pueden hacer. Escribió escenas que nunca antes se habían escrito». Ahogado en deudas, falleció a los sesenta y siete años, en Nueva York, por un cáncer de pulmón. .»

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Hans Hillmann (Silesia, 1925 – Fráncfort, 2014). Admirado como uno de los grandes referentes del diseño gráfico alemán, la figura de Hans Hillmann es, sin embargo, poco conocida fuera de las fronteras de su país natal. Inició su carrera como diseñador de revistas, diarios y carátulas de películas de alquiler, pero fue con su trabajo como cartelista para la distribuidora Neue Filmkunst —especializada en promover las nuevas tendencias y el cine de autor— cuando sus creaciones alcanzaron una verdadera dimensión artística. Entre 1953 y 1974 firmó más de ciento treinta carteles de películas, entre los que destacan Los siete samuráis de Akira Kurosawa, Pickpocket de Robert Bresson o El ángel exterminador de Luis Buñuel. Fue, junto a Saul Bass e Isolde Baumgart, uno de los máximos exponentes de la moderna cartelería cinematográfica. Su prestigio creciente lo fue volviendo cada vez más selectivo, hasta el punto de aceptar únicamente encargos de los directores que más admiraba, como Michelangelo Antonioni o Federico Fellini. Considerado por Jean-Luc Godard como el diseñador que mejor captó el espíritu de sus obras, su lenguaje visual, eminentemente metafórico, atravesó el estilo pictórico, el fervor experimental y el minimalismo más puro y esencial. Icono del New Wave francés y el Nuevo Cine Alemán, su obra ha sido galardonada con el Premio Toulouse-Lautrec en 1962 y exhibida en el MoMA de Nueva York.

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